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Noly con la comunidad

Actualizado: 22 jun 2023

Con pequeños pasos, la empresa de panificados y tapas para empanadas y pascualinas logró convertirse en una de las PyMEs más emblemáticas de Tres de Febrero. Su directora general, Claudia Mariani, compartió con el CIDEM la clave de su éxito.



Por la avenida Marcelo T. de Alvear de Caseros, donde se suceden galpones y talleres mecánicos sin pausa, se llega a la planta de tapas para empanadas y pascualinas de Noly. Desde la esquina, en la que funciona un pequeño centro logístico de la empresa, los camiones salen a hacer los repartos del día. Mientras, en el muelle de carga, los empleados trajinan con los cajones y se hacen alguna broma. Una cumbia suena de fondo. Todos parecen estar contentos en esta mañana fría.


Noly es hoy la cuarta marca de panificados del país detrás del gigante conformado por Bimbo, Fargo y Lactal. No es para menos: atienden cerca de 7 mil bocas por día y fabrican entre 200 panes lacteados y 200 tapas para empanadas por minuto. Con casi 40 años de trayectoria en el mercado, sus productos se distribuyen desde Ushuaia a Formosa, y recientemente empezaron a exportar a otros países de la región y Europa.


En la sala de reuniones, Claudia Mariani, directora general, nos recibe con una sonrisa e invita café. Es ella la que sirve y no deja que nadie más lo haga. Claudia cultiva el bajo perfil y uno lo nota en la sencillez que tiene para hablar:

“Pienso que el crecimiento se da cuando uno le pone trabajo y amor a lo que hace. Siempre quisimos crear, más que una fuente de ingresos, una empresa para todos”.


Orígenes, expansión y RSE


Los inicios de Noly se remontan a 1976, cuando los padres de Claudia, Luis Mairani y Noelía Bustos Márquez, pusieron El Triunfo, una modesta distribuidora de panificados que trabajaba con los almacenes de Caseros. “De chica, con 10 años ya ayudaba a mamá a hacer los repartos junto con mi hermano Luis. Ahí distribuíamos productos de terceros, que podían vender otras personas. Entonces papá, que es un emprendedor nato, pensó en la posibilidad de tener un producto propio que nos diferenciara”, recuerda Claudia sobre aquellos tiempos fundacionales. Con ese impulso, adquirieron en 1984 la planta ubicada en la avenida Marcelo T. de Alvear, y un poco más tarde, en los años ´90, la de panificados en Ciudadela.


“Fuimos creciendo paulatinamente. Cuando comenzamos a fabricar acá éramos 10 personas, hoy damos trabajo a 300 familias. Es una responsabilidad muy grande pero que llevamos adelante con orgullo”, agrega.


En esa expansión, cuenta, tuvo mucho que ver una crisis que supieron transformar en oportunidad. “Llega un punto donde uno tiene que decidir si quiere quedarse donde está o dar un paso. Nuestro paso fue atender a los supermercados. Empezamos a hacer marcas blancas en el 2001. En medio de una debacle absoluta para el país y para muchas empresas, nosotros encontramos la veta por ese lado”, señala.


Así, comenzaron a producir para las grandes plataformas de retail como Carrefour, Día y La Anónima, algo que según Claudia, los ayudó a profesionalizarse y a posicionar su marca.


Entre otras cosas, producir a fasón para los supermercados les requirió certificar las normas de seguridad alimentaria FSC22000 y con ello también redescubrieron la Responsabilidad Social Empresaria (RSE).



"Nosotros ya veníamos con estas acciones. Toda la vida hemos sido solidarios pero nunca decidimos tomar nota ni hacer un comprobante de lo que hacíamos. En lo que cambiamos es en la forma de registrarlo”, confiesa, aclarando que formalizaron ese camino en 2015 apoyándose en el protocolo SMETA.


Noly tiene una política activa en pos de la nutrición y hacen todos los meses donaciones a comedores, colegios, hospitales, iglesias, clubes de fútbol, organizaciones no gubernamentales y a personas que se acercan diariamente a sus plantas de producción; también trabajan fuertemente en la gestión sustentable de los residuos. Pero la directora general de la empresa aclara: “La Responsabilidad Social Empresaria es también con los propios empleados, no es solo hacia afuera. Estamos comprometidos con la no discriminación y la equidad de género, la incorporación de empleados extranjeros y colaboradores mayores de edad”.


Sobre su capital humano, asegura: “Tenemos una virtud y es que hay gente que nos acompaña desde hace muchísimos años. Eso te da cierta continuidad y habla de los valores que tenemos como empresa. Trabajamos con capacitaciones constantes para todas las áreas, con las promociones internas. Si se abre un puesto nuevo, intentamos que sea ocupado por alguien que viene creciendo en la empresa. Pensamos que eso también se valora. También hacemos reuniones de líderes, donde nos encontramos con los principales referentes de cada área para intercambiar información. Tratamos de incluirnos todos en un mismo circuito”, detalla.


La calidad ante todo y la voz del consumidor


“Creo que nos eligen por el sabor del producto. No somos una marca de primer precio, sino que privilegiamos la calidad y los procesos”, explica Claudia


Como aclara, otra de las particularidades de Noly es que desde que arrancaron cuentan con un laboratorio de calidad donde controlan la materia prima, trabajan en el mejoramiento de los productos que ya tienen o se dedican a crear nuevos.

“Ahora estamos haciendo una línea de producción en miniatura, una planta piloto. Era un sueño que teníamos y la estamos terminando de instalar en el laboratorio. Es para dedicarse más en detalle al desarrollo de nuevos productos. Nos encontramos que con la Ley de Etiquetado Frontal hubo que hacer un montón de pruebas y necesitábamos poder encararlas en otra escala que no sea la de producción”, comenta entusiasmada.


Es que si algo caracteriza a Noly es la gran diversificación de productos que tienen. A sus ya conocidos panes y tapas para empanadas y pascualinas, fueron sumando tapas para pastelitos, prepizzas, tacos, pastas frescas y una línea que incluye alfajores y pan dulce. Asimismo, se abrieron a nuevos nichos incorporando productos aptos para consumo vegano.


Aunque en la consolidación de sus productos, especifica Claudia, tiene mucho peso lo que opina el consumidor. “Hacemos muestreos con otras marcas. Tenemos algo que llamamos Club Noly en el que elegimos grupos de 10 personas que, por ejemplo, se pueden llevar nuestra tapa de hojaldre con tres tapas de hojaldre más. Todas las muestras vienen en un paquete blanco, numerado, y les hacemos una serie de preguntas. Lo que responde el consumidor nos sirve a nosotros para ver si estamos en el camino correcto o si tenemos que cambiar, y esto lo hacemos con todos los productos”, describe.




Una tradición familiar que se abre al mundo


Como muchas PyMES del partido, Noly es una empresa familiar en la que se han sucedido diferentes generaciones. Desde Luis y Noelía, pasando por Claudia y su hermano Luiyi, hasta los hijos de Claudia, Nicolás y Julián Arrojo, y su sobrina Julieta Buffoni, hay un legado a seguir. Sobre los traspasos, la directora general de Noly reflexiona: “No es fácil porque tiene que haber mucha apertura mental, ya sea por parte de papá para aceptar las cosas que mi generación trajo, o ahora por parte de él y mía para aceptar las cosas que van trayendo los más jóvenes. Si uno quiere crecer, hay que darle lugar a la innovación, la tecnología y las nuevas formas”.


Casualmente, aquello que trajo la tercera generación - posicionar a Noly en otros países- ya estaba implícito en la misión que tenía la empresa hace 20 años. De acuerdo a Claudia, uno de sus propósitos era conformar una empresa pujante que pudiera llegar a los consumidores de toda la Argentina y del mundo.



“Nicolás, Julián y Julieta retomaron el tema, insistieron en que teníamos que exportar y lo llevaron a la práctica. Fue algo en lo que el CIDEM tuvo mucho que ver, porque puso al experto Lucas Enríquez a nuestra disposición para acompañarnos en toda la etapa inicial, en las primeras inscripciones. Actualmente estamos haciendo despachos a México, España y Estados Unidos, donde trabajamos bastante con supermercados y restaurantes latinos como Graziano’s y Sedano’s”, relata.


Claudia reconoce que intercionalizarse lleva tiempo y destaca la intervención de la Municipalidad de Tres de Febrero, el Ministerio de Producción de la Provincia de Buenos Aires y de la Cancillería, gracias a la cual pudieron participar en ferias de la talla de SIAL y American Food integrando los stands de productos argentinos. “Es un proceso lento que empezamos hace poco y estamos muy contentos con los logros obtenidos hasta ahora”, dice, su tono de mesura y la mirada puesta en el próximo paso.



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