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Los desafíos para atenuar un intercambio comercial desigual

¿La diversificación de nuestras exportaciones a China es posible? El especialista en comercio internacional Ramiro Bertoni advierte sobre el déficit comercial que arrastramos y destaca la potencialidad que tienen los agroalimentos, la biotecnología y el diseño argentinos.



La complementariedad y diversificación del comercio entre Argentina y China que se promociona con el ingreso de nuestro país a la iniciativa de la Franja y la Ruta de la Seda tiene que ser analizada con detenimiento, señala Ramiro Bertoni, economista, docente universitario y ex presidente de la Comisión Nacional de Comercio Exterior.


“China dice ‘vamos a diversificar’, pero en general todo lo que en tratados no tiene letra dura ni metas claras y cuantificables, termina siendo pour la gallerie. Muchas veces ‘complementariedad’ es el término amigable para referirse a las menos agradables ‘ventajas comparativas’”, advierte el especialista, que conoce bien la política comercial china porque le tocó negociar con ese país cuando se desempeñó en la función pública.


Para él, el desafío es que el déficit comercial entre Argentina y China no se acreciente y atenuar su alto grado de primarización. Al revisar el intercambio que tuvieron los dos países en 2021 según cifras del INDEC, se observa que Argentina exportó alrededor de 500 productos, casi en su totalidad primarios y manufacturas de origen agropecuario (carne bovina, cebada, soja y aceite de soja), contra cerca de 5.000 bienes importados de China caracterizados por su alto valor agregado y por emplear mano de obra calificada (automóviles, maquinaria y partes eléctricas). El saldo comercial para Argentina fue deficitario en U$S 7.239 millones, el más abultado de ese período entre sus diferentes socios comerciales.



Bertoni coincide en que las inversiones chinas para obras de infraestructura y energía potencialmente podrían darles participación a nuestras empresas industriales, pero sus pronósticos son reservados y cita como ejemplo la construcción de la central atómica Atucha III .“Lo que se sabe es que China nos vendió ese proyecto llave en mano y que nos transfiere tecnología para mantenimiento, pero no hay nada abierto del paquete para que Argentina pueda decir ‘yo fabrico estos transformadores y seccionadores y te los proveo’. Acá generamos muchas capacidades en la construcción de Atucha II y eso no está contemplado. La pregunta es si China está dispuesta a dejar a otros desarrollar productos que ellos quieren vender”, considera.


Según él, para que nuestras empresas puedan involucrarse como proveedoras de esas obras tiene que haber un plan detallado, algo que por el momento no existe. “Donde demostremos capacidades, que ellos brinden un cupo para los productos industriales argentinos, especificando sectores, volúmenes y plazos. De lo contrario, va a quedar como un buen plan de inversiones para que sigamos con nuestro rol en la nueva división internacional del trabajo liderada en parte por China”, evalúa.


Es que para Bertoni, este nuevo acercamiento bilateral puede tener un componente leonino. “Lo que hace China es financiar la infraestructura que ellos necesitan para que les exportemos nuestras materias primas, no es que nos están garantizando un plan de industrialización. Son inversiones que implican un endeudamiento para nosotros, y debe analizarse su impacto a futuro en un contexto muy complicado para el país”, apunta.

Hasta ahora, se anunciaron inversiones chinas por más de 23.700 millones de dólares, que además de Atucha III incluye otros proyectos como represas en el sur de Argentina, gasoductos, un parque eólico en La Rioja, un parque solar en Jujuy y la rehabilitación del ferrocarril San Martín y del Belgrano Cargas. Habrá que ver lo que sucede con el resto de los pagos de deuda que Argentina tiene con el Fondo Monetario Internacional, y si podrá también cumplir con China, cuyas condiciones de crédito no dejan de ser rígidas. En el peor de los casos, lo que podría suceder es que China se quede con las ganancias de la infraestructura construida en Argentina, como ocurrió con el puerto de Hambantota en Sri Lanka.


El ex presidente de la Comisión Nacional de Comercio Exterior dijo que Argentina tiene toda una trayectoria científica con el CONICET y otras instituciones, donde hay investigadores en diversos temas, y se preguntó si el financiamiento chino no podría dirigirse a apuntalar esos recursos. “Así como nos financian el Belgrano Cargas, tengo mis dudas respecto a que quieran hacer lo mismo con la producción de vacunas, hormonas o la mejora de semillas”, acota.


Yendo más a fondo, Bertoni alerta sobre el riesgo de celebrar un tratado de libre comercio (TLC) con el país asiático y de levantar las licencias no automáticas para sus productos, un tema que está también en la agenda de lo que solicita China. Si bien por un lado haría que ciertos productos nuestros sean más competitivos en el mercado chino por la eliminación de aranceles, por el otro generaría una gran desprotección de vastos sectores de la industria nacional. “Con el libre comercio nosotros vamos a estar en una condición netamente primario exportadora, no tengo dudas. Si nosotros abrimos nuestra economía a China, el interrogante es cuánto podemos vivir de esas pequeñas experiencias exitosas que suelen exagerarse y no van a poder compensar lo que se va a perder de empleo en otros sectores”, pronostica.


¿Y la diferenciación de los productos argentinos dónde está?


Ante la consulta de si el acuerdo podría hacer que aumente la participación de los productos argentinos con mayor valor agregado hacia China, Bertoni también es categórico.


“En los productos industriales nosotros no tenemos una ventaja vía precio, salvo que haya un compromiso de determinadas empresas estatales chinas de cubrir algún cupo con compras a la Argentina en el marco de una relación estratégica e integral, aunque no les convenga desde el punto de vista del mercado. El tema es que China ya fabrica estos productos en empresas con mucha infraestructura”, pondera el también docente e investigador en la Universidad Nacional de Quilmes y profesor en las universidades nacionales de Tres de Febrero y San Martín.



Además, menciona otro obstáculo que no es menor: Argentina compite en esa plaza con muchos otros países. "Es cierto que China más allá de ser el taller del mundo, compra gran cantidad de manufacturas. La pregunta es si realmente vamos a tener un acceso preferencial o si vamos a estar en competencia con el mundo. En ese caso, tenemos que saber que en maquinaria no vamos a poder ganarle a Alemania, en electrónica y procesadores tampoco a Taiwán", ejemplifica.


Incluso pensando en una estrategia conjunta con otros países de la región, el panorama no deja de ser incierto. “Si uno quisiera integrarse con China con otro perfil, también debería ser una decisión a nivel MERCOSUR, puntualizando en qué sectores podemos ampliar escalas para que como bloque le vendamos algo con la mayor eficiencia posible. Pero el hecho es que China propone relaciones básicamente bilaterales”, indica.


Para el experto la inserción de los productos argentinos de base industrial en ese mercado es muy dificultosa.

Más bien, a lo que le ve mayores posibilidades es a cierta diversificación de nuestros productos primarios. “Los productos primarios también pueden ser diferenciados. Podemos ingresar con productos que ellos no tienen, como una yerba mate con peperina agroecológica. Los productos agroecológicos emplean más mano de obra, tienen un precio mayor, mueven las economías regionales. Ahora China está planteando esto de la economía verde. Si empieza a haber una mayor demanda de consumo ecológico dentro de su clase media, ahí tenemos un segmento interesante para aprovechar”, describe.


El especialista también destaca lo que se puede hacer desde la biotecnología. “Argentina desarrolló lactobacillus, todo lo que son los alimentos con probióticos que ayudan a absorber los nutrientes y prevenir enfermedades. Tenemos muchas capacidades en biotecnología, que si se combinan con las potencialidades de lo agroecológico, pueden conformar una dimensión importante”, refiere.


Sin ir más lejos, en los últimos días se conoció la noticia de que el Ministerio de Agricultura y Asuntos Rurales de China aprobó la comercialización de la soja HB4 tolerante a la sequía, un cultivo biotecnológico desarrollado en nuestro país. Es la primera vez que el Estado chino da el visto bueno a un producto argentino de estas características, y quizás se pueda abrir un nuevo camino.


Asimismo, Bertoni acota que en ciertos productos que China produce también se puede lograr una diferenciación vía diseño. “Por ejemplo, China hace herrajes, pero tal vez una PyME argentina tiene un diseño y vende en un volumen que para nuestra empresa es muy interesante pero para una empresa china no, porque por ese volumen no le conviene involucrarse en un proyecto nuevo. Ahí también tenemos posibilidades de complementación, de encontrar ciertos nichos”, grafica.


El experto concluye que tener pequeñas cuotas en el mercado chino hace la diferencia y que hay muchos países en el mundo que buscan eso. “La clave es identificar cuáles son los productos en los que tenemos ventajas, que además de los de base agropecuaria, pueden ser otros con alguna diferenciación basada en biotecnología o diseño aplicado”, resume.



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