Se trata de una iniciativa que busca mejorar la competitividad y la producción de las empresas y cooperativas del rubro con el apoyo de universidades, centros tecnológicos y de investigación, municipios y bancos.
El Clúster de la Industria Alimenticia (CIAL) es un proyecto en curso que reúne a más de 15 PyMES y cooperativas del sector y otras instituciones radicadas en la región noroeste del AMBA bajo la convicción de que la asociatividad es el camino para poder vender más, comprar mejor, compartir experiencias y ser más productivos. Así lo explica José De Lorenzis, consultor detrás de esta iniciativa con una vasta trayectoria en el tema. De Lorenzis es ingeniero industrial, se desempeñó como asesor en la Secretaría de Producción de la Provincia de Buenos Aires y fue una pieza clave en el armado del clúster DIPAT, que desde fines de los años 90 nuclea con singular éxito a 25 firmas fabricantes de herrajes.
Con esa experiencia a cuestas, señala que CIAL tiene características particulares para nuestro país. La iniciativa cobró forma en el ámbito del Foro Multisectorial para el Desarrollo Productivo, una propuesta impulsada por el CIDEM de la UNTREF en el contexto de la pandemia en el que convergen universidades, cámaras empresarias, cooperativas, sindicatos, centros tecnológicos y de investigación, municipios y bancos con el objetivo de buscar respuestas conjuntas a los problemas productivos.
“En ese marco fuimos delineando este proyecto, tratando de que toda la sinergia asociativa de las instituciones trabaje para un sector que tiene mucha presencia y potencialidad en el conurbano como es el de los alimentos. Esta es la primera oportunidad de armar un clúster con actores que previamente se juntaron para conformarlo, y eso para Argentina ya es mucho”, apunta.
Lo que diferencia a CIAL no solo es el entramado de relaciones que lo sostiene sino que su punto de partida son las necesidades concretas de las empresas.
“Fuera de que hay un potencial muy grande de instituciones que pueden apoyar y brindar recursos para los proyectos que se inicien, lo importante es que ponemos el foco en las empresas. Les preguntamos cuáles son las prioridades que tienen hoy, si hay algún tipo de asistencia o financiamiento que se pueda encarar de manera asociativa. No venimos con un enlatado de qué es lo que hay que hacer sino con el proceso que hay que atravesar para implementar proyectos que definan los privados. Ese es un rasgo diferencial. El camino tiene que ser de abajo hacia arriba”, aclara.
De acuerdo a De Lorenzis, en Argentina las experiencias asociativas suelen fracasar porque no se toman en cuenta algunos factores claves. Entre ellos, dice que muchas veces se arman grupos con diversas instituciones pero no están las empresas sentadas dirigiendo. “Solo cuando los privados están convencidos de que es un modelo que les sirve, el proyecto puede tener un norte”, afirma.
Otro aspecto que resalta son las dificultades para implementar los proyectos. “Como estos proyectos son diseñados por un conjunto de actores, se necesita de alguien que tenga la capacidad de implementación, de ahí surge en estos modelos asociativos la figura del coordinador, que es vital. Cuando no se tiene un coordinador o alguien con idoneidad para conducir, entonces se diseñan proyectos muy importantes pero se fracasa en la ejecución”, advierte.
Para De Lorenzis es central aprender de estas experiencias y aprovechar la coyuntura. “El trabajo colaborativo tiene mucha receptividad en momentos de crisis porque uno necesita buscar alternativas. Unirse con el otro no es sólo compartir malos momentos y encontrar consuelo en eso, es compartir salidas. Cuando te juntás accedes a información, ganas potencialidad de tener mayor visibilidad de tu producto en el mercado, de generar sinergia o ahorrar algún costo en la puesta en marcha de proyectos productivos, comerciales y de formación. Las posibilidades son amplísimas”, define.
Los proyectos
De Lorenzis comenta que desde CIAL están armando reuniones periódicas con las empresas y cooperativas del sector para plantear objetivos en el corto, mediano y largo plazo. De esos encuentros vienen participando Doña Noly, La Centenaria Alimentos, Poder Nutritivo, Vefer´s Artesanal, Laura´s Delicity, Cooperativa La Litoraleña, Galletitas Leiva y Castell, entre otras.
“Fuimos encontrando distintas nubes de acción. Un eje que apareció para abordar más en lo inmediato es la cuestión de la capacitación y la asistencia técnica. Esto significa no solo formar a las empresas en distintas materias sino asistirlas. A veces las PyMES y los emprendedores se capacitan pero después no tienen los recursos para aplicar lo que aprendieron. Estamos trabajando para dar asistencia en algunos procesos relacionados a las compras y la producción, donde ya contamos con las instituciones que tienen los medios para acompañar”, ilustra.
Asimismo, dijo que otra preocupación recurrente en estas empresas es cómo mejorar la comercialización. “Es otra de las metas que queremos cumplir en el corto plazo, poder asesorarlas sobre las maneras de dar a conocer su producto, el uso de las redes sociales, la venta electrónica y las ferias itinerantes en cada uno de los municipios participantes”, describe.
Por otro lado, explica que hay proyectos más ambiciosos que requieren de otros tiempos. “Hay una coincidencia de que las empresas de alimentos necesitan fortalecer la distribución a nivel local, centros de acopio tanto de materia prima y producto terminado como la posibilidad de tener algún centro de distribución en el interior del país. Son proyectos muy potentes para ellos, que carecen de los medios, pero nosotros tenemos la experiencia de que es posible lograrlo de manera asociativa. Por la magnitud y coordinación que exigen, los pensamos más en un mediano plazo”, grafica.
Acompañando en la coordinación de CIAL también está el empresario Faustino Rodríguez, que al igual que De Lorenzis tiene un amplio recorrido en el tema porque desde hace años dirige el clúster DIPAT.
Rodríguez, quien además integra la Red de Empresarios para el Desarrollo (RED), aporta que en esas conversaciones con las empresas de alimentos se tocaron otros temas como la internacionalización, la transformación digital y algunas acciones de impacto ambiental y social.
“Dentro de las innovaciones que se pretende alcanzar está el objetivo de desarrollar alimentos de base social con alto contenido nutricional y bajo precio que va a llegar a los supermercados. La idea es poder aprovechar el potencial del conjunto para lograrlo. Queremos poner en manos del público de menores recursos alimentos de calidad que a la vez sean económicos, probablemente con algún sello distintivo”, relata.
Para dar cuenta de la importancia del esquema asociativo, el empresario repasó algunos de los logros que consiguieron con DIPAT, entre ellos la apertura de un centro de distribución común, otro centro de distribución en Bolivia que les abrió las puertas a los mercados externos y la conformación de un centro de mecanizado en la Escuela Técnica Alemana de Villa Ballester, donde se forman los alumnos de los últimos años.
“Creo que el modelo asociativo es una gran herramienta para poder mejorar la relación de poder respecto al entorno. Los vaivenes a los que nos tiene acostumbrados el país requieren de miradas más abiertas y participativas por parte de las PyMES. Se trata de adaptar lo que sea necesario para sostener aquello que no queremos que cambie o que queremos cambiar para mejor. El formato de clúster es ideal para facilitar este tipo de proyección”, concluye.
Quienes deseen sumarse a esta iniciativa pueden contactarse a info@foromultisectorial.org.
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