Tiempos extraños e inesperados los que estamos transitando… los más optimistas suponen que tardaremos unos 6 meses en recuperar cierta “estabilidad”, los más pesimistas calculan de dos a tres años. En medio de una incertidumbre sin bordes están los que imaginan que, independientemente del tiempo que nos lleve, todo volverá a ser más o menos como fue y están también los que profetizan que asomarán nuevos escenarios radicalmente diferentes al que se derrumbó con la pandemia. En lo que todos estamos de acuerdo es que, en estos momentos, las necesidades de coyuntura devoran a la estrategia entendida como visión de mediano o largo plazo. Hoy cualquier reflexión estratégica es necesariamente, estrategia de cuarentena.
Sin embargo, creo que hay dos o tres cuestiones de fondo que esta experiencia tan difícil deja sobre la mesa. Sabemos que la circulación y la coexistencia física entre nosotros serán diferentes a como eran, también sabemos que necesitamos abordar de una buena vez la cuestión digital y, finalmente, estamos viendo que, con más o menos recursos, todxs estamos en un mismo barco. En pocas palabras, la bioseguridad, la transformación digital y la asociatividad asoman como cuestiones críticas hacia el futuro próximo.
Las empresas y organizaciones que están trabajando actualmente y aquellas que reabrirán sus puertas en algún momento deberán regirse según estrictos protocolos que garanticen el cuidado y la protección de la gente, y necesitarán generar un nuevo conocimiento organizacional para manejarse de aquí en adelante.
En cuanto a la segunda, es probable que esta crisis haya adelantado a tan solo unos meses la agenda de transformación digital que teníamos pendiente para los próximo diez años. Esta situación se verifica con más claridad en algunos sectores (la educación por ejemplo) que en otros pero, probablemente, haya muy pocos sectores a los que esta cuestión no afecte significativamente. Que significa transformación digital de las organizaciones? Significa hacia adentro, entre muchas otras cosas y sin caer en la “tecnoadoración”, automatización, robotización e incorporación de inteligencia artificial a los procesos productivos, significa contar con recursos tecnológicos y humanos que permitan operar las industrias en forma remota (teletrabajo). Hacia afuera significa básicamente el desarrollo del e-commerce y la digitalización de la logística de abastecimiento y distribución (supplay chain).
En cuanto a la tercera, creo que está más claro que nunca que de las situaciones realmente graves nadie sale solo. No es posible afrontar esta crisis y sus consecuencias desde el individualismo. Cualquier atención a la crisis debería contar con la participación de lxs empresarixs y sus organizaciones, de las asociaciones sindicales de los trabajadores, de las cooperativas y de las organizaciones sociales, del estado en sus distintos niveles y del sistema de ciencia y tecnología, aun cuando este último sector sea el menos visible desde las necesidades actuales, más regidas por el pago de salarios que por el desarrollo tecnológico y la innovación.
Es el momento para comenzar a construir una agenda de salida de la cuarentena que dé cuenta de estas y/u otras cuestiones. Proponemos que esta agenda se construya en un debate que convoque a los diversos actores que conforman el sistema productivo a nivel local (municipal y regional) y que logre articular los concesos necesarios para conferirle legitimidad política e institucional que derive en “políticas industriales que permitan a la región fortalecer sus capacidades productivas y generar nuevas capacidades en sectores estratégicos”[1].
Necesitamos articular los recursos entre las empresas, el estado y el sistema científico y tecnológico para facilitar este proceso de transformación: las empresas con la iniciativa, el liderazgo y el “cuerpo” de sus organizaciones, el estado recogiendo los acuerdos que logremos construir para transformarlos en política industrial local y regional, para promover las inversiones en infraestructura que garanticen la conectividad y faciliten la logística sistémica y generando incentivos para los procesos de actualización tecnológica y la recalificación de los empleados posibles, para desarrollar el soporte social a los que quedarán afuera, facilitando su reinserción social con sentido y garantizando umbrales de soporte esenciales. El sistema de ciencia y tecnología volcando sus energías y recursos hacia la generación de capacidades de gestión digital, para generar, procesar y analizar datos y tomar decisiones y para el desarrollo de soluciones tecnológicas que tanto la bioseguridad como la transformación digital de la producción requiere.
El proceso de transformación digital de la producción es tecnológico, sin dudas, pero centralmente es un
proceso organizativo, social y político; lo que proponemos es la articulación asociativa de todos los sectores para garantizar el cuidado de las personas y el medioambiente e incrementar los niveles de automatización, digitalización y conectividad que mejoren significativamente las posibilidades y la sustentabilidad de nuestro ecosistema productivo.
Tomás Jellinek
Mayo 2020
[1] Informe especial COVID-19 – CEPAL, Abril 2020.
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