En un contexto en el que las PYMES argentinas se verán afectadas por la quita de subsidios a la electricidad, los modelos para una mejor gestión energética y la incorporación de tecnologías verdes se vuelven una opción interesante.
La quita de subsidios a la electricidad alcanzará también a nuestras PyMES, según informaron desde la Secretaría de Energía de la Nación. Ya se anunció esta medida para las pequeñas y medianas empresas con tarifas de tipo T1G, y se está evaluando qué hacer con aquellas que tienen tarifas 2 y 3 y no superan los 300 kw de potencia. Muchos empresarios se preguntan cómo actuar ante facturas de luz que seguirán subiendo, y es ahí donde los modelos de eficiencia energética y las tecnologías verdes se presentan como una alternativa atractiva.
Daniel Giagnoni, capacitador del CIDEM y socio gerente de la consultora Genix especializada en estas temáticas, opina que las tarifas baratas en Argentina son cosa del pasado.
“El esquema de subsidios de tarifas como se venía manteniendo es insostenible y vamos a ir a precios de energía en general más reales. Hoy la tarifa que se está pagando cubre aproximadamente el 30 % de los costos de la energía”.
Como informa, el precio promedio del kw/h que se paga en Argentina con la subvención estatal es de 7 centavos de dólar, algo que si se compara con lo que abonan otros países de la región, es bastante menor. Chile y Uruguay, por ejemplo, pagan el kw/h 15 y 23 centavos de dólar, respectivamente. Aunque también hay casos que están en el otro extremo, como el de Paraguay, que tiene mucha potencia hidroeléctrica instalada y su tarifa es más baja que la de acá. “Tiene que ver con cómo es la matriz energética y productiva de cada país”, acota.
Para Giagnoni, el cambio del esquema tarifario en Argentina es inminente y puede hacer que las empresas empiecen a adoptar un enfoque para racionalizar el consumo. “Es posible que todo esto haga que la eficiencia energética tome un poco más de protagonismo”, evalúa.
Según explica, el concepto está íntimamente ligado a las mejoras en la productividad. “Lo que siempre tenemos que tener en cuenta es que no podemos afectar a la calidad ni la cantidad de los productos y servicios que brindan las empresas. Lo que hay que hacer es bajar la cantidad de energía que se requiere para obtener esos mismos productos y servicios. Se busca utilizar la energía de manera inteligente, optimizándola en todos los puntos del proceso. No es producir menos, es producir mejor”, ejemplifica.
El experto señala que hay distintas maneras de aplicarlo en las PyMES. Por un lado, hay un tema de modificación de hábitos que puede ayudar al ahorro y tiene costos muy bajos. “Designar un encargado para apagar las luces de la planta o poner un sistema de automatización que se ocupe de eso no requiere gastos importantes. Son medidas que tienen que ver con corregir el derroche, que pueden tener un impacto en la reducción de costos de un 5 %”.
Pero también aclara que hay intervenciones que implican mayores recursos. “Si uno quiere implementar una tecnología, cómo puede ser colocar un variador de velocidad en motores, ahí el nivel de inversión es otro. Con esto se puede ahorrar entre un 10 y un 20 %”, grafica.
El especialista también dijo que cualquier empresa que busque adoptar un modelo de este tipo tiene que pasar necesariamente por una serie de etapas. La primera es la relativa a la concientización.
“Hay otros aspectos importantes que son los relacionados a la responsabilidad de la empresa. La energía tiene que ver con los costos pero creo que tenemos que tener una doble mirada, contemplar también cómo la empresa está ayudando a mejorar el ambiente, y a hacer una producción cada vez más limpia. Esta etapa es importante porque se debe lograr que el dueño de la PyME, los gerentes de los niveles medios y todos los empleados entiendan que hay un compromiso de la organización en ese sentido. Muchas de esas pautas que por ahí la gente las aprende en la empresa, después las lleva a la casa, y los efectos se multiplican”, describe.
El segundo momento es el que corresponde al diagnóstico. Se trata de identificar cómo se está consumiendo la energía, cuáles son los procesos principales, cómo son los costos y los contratos. “A veces hay oportunidades de reducción que no están directamente asociados a lo que pasa en la producción. Hay empresas que no están contratando bien la energía, que no están encuadradas donde corresponde y terminan pagando penalizaciones, y esos son temas que a veces no se miran”, advierte.
Luego siguen las fases vinculadas a la planificación, la ejecución y el monitoreo. “Una vez que la empresa identifica cuáles son los costos más significativos o dónde puede empezar a reducir porque le resulta más fácil, se tiene que preparar un plan de acción para establecer qué hay que hacer, cómo, con quién y en qué período. Después hay que implementar ese plan y hacer un seguimiento para darle continuidad a esas mejoras que se van haciendo”, agrega.
La mejor referencia, para Giagnoni, es la norma ISO 50.001. “Es un sistema de gestión con el que uno puede sostener sus propósitos de eficiencia energética a lo largo del tiempo. Está armado con responsabilidades muy definidas, con eventos que cumplir, planes que hacer, resultados que mostrar y registros que hay que llevar. Algunos proveedores o clientes pueden exigir la certificación de esta norma, y eso lo que permite es demostrar que tu empresa es eficiente en el cuidado de la energía. A futuro se va a convertir en una barrera arancelaria”, apunta.
El especialista plantea que para las PyMES que son ajenas al universo ISO conseguir esta certificación puede ser complejo, pero eso no quita que se pueda tomar la norma como ejemplo para empezar a dar pequeños pasos hacia una forma de producción más ecológica y eficiente.
Las posibilidades de las energías renovables
Dentro de la actual coyuntura, las tecnologías verdes también cobraron renovado interés. En el país existen diversos emprendimientos dedicados a la energía eólica, que actualmente representa el 70 % de la generación de todas las fuentes renovables que tenemos. Una de estas iniciativas, coordinada por el Dr. Ing. Lucio Ponzoni, está radicada en el Centro de Estudios de Energías Renovables del Instituto de Ciencia y Tecnología de la UNTREF a cargo de la Ing. María Inés Jatib.
Ponzoni, que es investigador y docente en la carrera de Ingeniería Ambiental en la misma universidad, conduce el grupo de investigación interdisciplinario AEROMAT, que también tiene un pie en la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y con el que están desarrollando aerogeneradores que pueden alimentar los servicios transversales de las PyMES y contribuir en algún tramo de la producción.
“Estamos diseñando microaerogeneradores de 1 Kw de potencia que están pensados para iluminación, seguridad, internet, comunicación, para hacer funcionar algunos sensores que puedan analizar los contaminantes que está generando la empresa. Además se pueden utilizar para abastecer de agua o energizar una parte de un proceso particular de producción. Nos dirigimos hacia las tecnologías limpias off grid, sin conexión a la red eléctrica”, ilustra.
El investigador subraya que hoy las energías renovables son mucho más accesibles. De acuerdo a lo que cuenta, los costos de la electricidad procedente de energía solar, a escala de servicio público, cayeron un 13 % en los últimos años, alcanzando un promedio global de 0,068 dólares por kilovatio-hora (kWh); en tanto que en la eólica se registró un descenso aproximado del 9 %, llegando a los 0,115 dólares/kWh.
“El avance de la tecnología permitió reducir los costos y hoy el kilovatio producido mediante energías renovables es tan competitivo como el kilovatio generado por la quema de combustibles fósiles. Creo que esto es muy atractivo para las empresas, tanto PyMES como grandes”, reflexiona.
Asimismo, enfatiza que su uso reporta otras ventajas adicionales. “Además de llevar a las empresas a contribuir con el cuidado del medio ambiente ahorrando costos, les dan autonomía porque no las hacen tan dependientes de la distribución de un ente y otros sistemas externos. Con las renovables las PyMES ya no tiene que emplear toda la potencia, sino que la pueden ir regulando de acuerdo a las necesidades del momento, con instalaciones modulares”, se explaya.
Consultado por las posibilidades de adaptación de las pequeñas y medianas empresas de la zona a estas tecnologías, Ponzoni dice que lo ideal es conformar sistemas híbridos.
“Uno de los problemas en las ciudades es que hay muchos objetos, edificios e infraestructura de gran altura que pueden generar perturbaciones al viento. Igual podemos aprovecharlo, se pueden colocar aerogeneradores en zonas elevadas como un techo. Esa energía se puede combinar con energía solar, para poder tener un abastecimiento continuo. Durante el día usar los paneles fotovoltaicos y durante la noche que no se dispone del sol, los aerogeneradores”, plantea.
Por otro lado, el investigador destaca que con su equipo de trabajo están embarcados en un nuevo proyecto que aparte de los microaerogeneradores involucra nuevos materiales y tecnologías de construcción que también tienen un impacto ambiental. Como cuenta, la propuesta consiste en la construcción de una ecovivienda modular para barrios en situación de vulnerabilidad, pero asegura que esta idea puede adaptarse y aportar soluciones al mundo productivo.
“No tiene mucho sentido hoy en día fabricar paredes con un método convencional, hay nuevos sistemas de fabricación para otros materiales que son más eficientes desde el punto de vista energético y menos costosos. Si no se los utiliza es porque se desconocen”, indica.
Yendo a los detalles, este modelo de ecovivienda está conformado por paneles hechos con una mezcla de cemento y materiales biodegradables para ser usados como paredes, así como por aberturas plásticas fabricadas digitalmente.
“Para las aberturas nosotros empleamos plásticos biodegradables o reciclados con una geometría particular que logramos a partir del uso de la impresión 3D, posibilitando que en su interior sean huecas. Al tener ese diseño, resisten mejor el pasaje del calor y del frío del exterior al interior de la vivienda”, acota.
El proyecto consiste en módulos de 4 X 4 metros que se van ensamblando para armar la vivienda de acuerdo a las demandas de los usuarios. “Con esta fabricación de premoldeado uno ya tiene toda la estructura y la monta en el momento. Es algo mucho más económico y eficiente”, remarca.
En el techo de esta ecovivienda, hecho con una forma especial que permite atrapar mejor el viento, se monta uno de estos microaerogeneradores para dotarla de electricidad, agua y calefacción. Ponzoni comenta con entusiasmo que van a estar mostrando el primer prototipo hacia fin de año en el campus de Villa Lynch de la UNTREF, y que el proyecto además fue presentado al Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
“Estas ecoviviendas pueden tener un montón de usos. En las PyMES como oficinas, laboratorios u otras áreas que apunten a una perspectiva más sustentable. Incluso para emprendimientos que están en lugares muy aislados donde los trabajadores necesitan pasar la noche, se pueden armar y desarmar muy rápidamente”, concluye.
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